La violencia en el deporte

03/12/2014 22:15

El pasado fin de semana la muerte de un ultra del Deportivo a manos de ultras del Atlético provocó la indignación de buena parte de la sociedad española. Ante la alarma generada, el Atlético de Madrid se apresuró a tomar medidas contra estos grupos, que durante demasiado tiempo han gozado de la protección de los equipos directivos

El fenómeno hooligan puede abordarse desde distintas perspectivas, entre ellas, la psicosocial. Puesto que la identidad social se construye en gran medida a partir de las diferencias entre el propio grupo y el exogrupo (Tajfel, 1981), un grupo hooligan sólo tiene sentido si existe otro grupo radical, pero opuesto en cuanto a los objetivos y/o ideología. La exaltación de las diferencias entre el propio grupo y el grupo rival es lo que da sentido al grupo violento. Para enaltecer esas diferencias, los grupos ultras suelen emplear distintas estrategias de acuerdo con Spaaij (2006): enfatizan su masculinidad frente al grupo rival (nosotros somos duros y ellos blandos y maricas) y se alían y se declaran defensores de un club, de una ciudad y/o de una ideología política o nacionalista.

En ocasiones, las actividades de los grupos ultras son reforzadas por los medios de comunicación que emiten repetidamente imágenes violentas sin tener en cuenta que ese tipo de cobertura supone publicidad gratuita para estos grupos. Las apariciones en los medios de comunicación acaban convirtiéndose en un logro del que el grupo ultra se enorgullece. Se establece así una relación de

interdependencia entre los ultras y la prensa en la medida en que los grupos violentos reciben atención social y los medios de comunicación explotan un espectáculo rentable (Murphy, Williams y Dunning, 1990). Incluso en algunos casos determinada prensa deportiva justifica o exalta la violencia dentro del terreno de juego, pero también fuera de él.

La Psicología Social puede ofrecer varias estrategias para paliar el problema de la violencia en el deporte. Para propiciar la reconciliación de los grupos rivales podría ser útil aportar a los miembros de grupos violentos información que desconfirme los estereotipos negativos que tienen sobre el grupo rival (Gómez, 2007). Otra opción es promover una identidad endogrupal (Gaertner y Dovidio, 2000), es decir, hacer saliente una categoría superior que englobe a los miembros de los dos grupos. Este estrategia fue utilizada por Levine y colaboradores en un estudio realizado en 2005. Los investigadores consiguieron que aficionados del Liverpool y del Manchester, dos equipos tradicionalmente enfrentados, ayudaran a un aficionado del grupo rival en la misma medida que a un aficionado del propio grupo. Para ello, hicieron saliente la importancia de ser un buen aficionado al fútbol, una identidad, por tanto, que incluía a los aficionados de los dos equipos.

En cualquier caso, estas estrategias sólo pueden ser eficaces si se acompañan de un marco normativo y cultural que censure la conducta violenta. La solución debe comenzar en los propios clubes de fútbol, que deben tomar medidas contundentes como la que ha anunciado el Atlético de Madrid. Pero todos, aficionados y no aficionados, debemos contribuir a la extinción de este problema condenando cualquier forma de violencia, aunque parezca sutil. 

Contact

Alexandra Vázquez Departamento de Psicología Social y de las Organizaciones
Facultad de Psicología
UNED
C/Juan del Rosal, 10
28040, Madrid
alx.vazquez@psi.uned.es