Estereotipar y ser estereotipados

15/04/2014 18:15

    Los estereotipos “venden”. Comedias como “8 apellidos vascos “ o “Bienvenidos al Norte” se han convertido en grandes éxitos de taquilla en España y Francia, respectivamente. En ambos casos, el argumento explota los estereotipos regionales, ya sea para reafirmarlos o para ponerlos en entredicho. Quizá  la razón de tamaño éxito sea que todos tenemos estereotipos sobre los miembros de distintos grupos y a la vez los grupos a los que pertenecemos son objeto de la estereotipia de los demás. Estereotipar y ser estereotipados es el pan nuestro de cada día.

    Los estereotipos son generalizaciones acerca de los atributos que definen a los miembros de un grupo. En tanto que generalizaciones, los estereotipos simplifican la realidad y reducen el grado de heterogeneidad que percibimos en los miembros de un grupo. Así, pensamos que la mayoría de los vascos son comilones y la mayoría de los catalanes tacaños.

    Los estereotipos nos ahorran el esfuerzo de formarnos una impresión detallada de los miembros de un grupo y también nos sirven de guía de comportamiento. Si consideramos que los ingleses se caracterizan por su puntualidad, procuraremos ser extremadamente cuidadosos con la hora si tenemos una reunión con una persona inglesa.

    Por lo visto hasta ahora, podemos decir que los estereotipos nos resultan útiles en nuestras interacciones cotidianas. El problema, no obstante, es que los estereotipos, a menudo, van acompañados de una valoración positiva, o negativa en muchos casos, sobre las características del grupo, lo que denominamos prejuicio. Otro problema asociado al uso de estereotipos es que pueden dar lugar a sanciones sociales o a conductas discriminatorias, principalmente, hacia las personas que no se ajustan a los estereotipos de su grupo. Esto se debe a que los estereotipos no sólo contienen información sobre cómo son y cómo se comportan los miembros de un grupo. En ocasiones, los estereotipos también establecen cómo deben ser y cómo deben comportarse esas personas. Por ejemplo, aun hoy en día, las mujeres que deciden centrarse en su carrera laboral son vistas con desconfianza por buena parte de la sociedad.

    Dado que los estereotipos tienen un carácter compartido, desde bien pequeños todos adquirimos estereotipos acerca de los distintos grupos sociales, incluidos los grupos a los que pertenecemos. Y, de hecho, los estereotipos que se aplican a nuestros grupos de pertenencia determinan nuestras elecciones y nuestro comportamiento. Por ejemplo, la escasa representación femenina en carreras relacionadas con la tecnología podría explicarse, en parte, porque las mujeres interiorizan los estereotipos de género y, en consecuencia, se sienten menos competentes que los hombres en tareas relacionadas con las matemáticas o las ciencias y más capacitadas que ellos para la escritura o las relaciones interpersonales.

    En relación con este tema, ha recibido gran atención el efecto de la “amenaza del estereotipo”. Este efecto hace referencia al descenso en el rendimiento que se observa en los miembros de grupos estereotipados cuando se encuentran en una situación en la que existe el riesgo de confirmar el estereotipo de su grupo. Por ejemplo, cuando se sitúa a estudiantes afroamericanos en situaciones que inducen una amenaza del estereotipo, por ejemplo, se les dice que van a realizar una prueba diagnóstica de habilidad verbal, su rendimiento es menor que el de los estudiantes blancos. Sin embargo, cuando la prueba no entraña riesgo de confirmar el estereotipo el rendimiento de ambos grupos es similar.

    Lo curioso de la amenaza del estereotipo es que todos podemos padecerla, porque todos somos estereotipados en un contexto u otro. Por ejemplo, esos mismos estudiantes blancos probablemente rendirían peor en una prueba que otro grupo de estudiantes asiáticos, si se les recordara el estereotipo de que “los asiáticos son mejores en matemáticas que los blancos”.

    En definitiva, todos aplicamos estereotipos a los miembros de distintos grupos y, a la vez, somos objeto de los estereotipos de los demás, aunque esto último no nos agrada demasiado. En este sentido, sería interesante saber si la película de moda gusta más a madrileños que a vascos o andaluces. 

Contact

Alexandra Vázquez Departamento de Psicología Social y de las Organizaciones
Facultad de Psicología
UNED
C/Juan del Rosal, 10
28040, Madrid
alx.vazquez@psi.uned.es